Publicado por Facundo Falduto para Perfil.com
Son casi como zombies y se los ve por todas partes: en la calle, el colectivo, el cine, un hospital, la iglesia, y hasta en la mesa familiar. Parece que están ahí, pero es como si vivieran en otro planeta. No son adictos al paco, son los ejecutivos que no pueden vivir sin su Blackberry.
"La uso todo el tiempo que estoy despierta, no sólo en reuniones profesionales sino también sociales, e inclusive en mi casa cuando estoy conectada o viendo tele", cuenta Marta Repupilli, licenciada en Cooperativismo y consultora free-lance de ONGs.
"Nunca sentí que no la puedo soltar, ni como una necesidad física ni como nada: puedo ir a comer con mi familia sin la BB si así lo deseo", explica Repupilli, que trabaja permanentemente con internet: entre otros proyectos, es autora de Prevenblogs, una red de blogs sobre SIDA. Sin embargo, admite que "no podría volver a trabajar sin un dispositivo con iguales prestaciones, por eso la semana que viene me entregan un iPhone".
Desde que la empresa Research in Motion lanzó el primer modelo en 1999, la BlackBerry ganó mucha popularidad entre tecnófilos y ejecutivos. Es que este smartphone permite no sólo hablar por teléfono, sino también leer, responder y administrar correos electrónicos al instante, y trabajar con documentos de Word y Excel, entre otras funciones.
Si bien Marta es su propia jefa, no son pocas las empresas que quieren que sus empleados estén conectados y disponibles las 24 horas, para lo cual les dan una BlackBerry, o CrackBerry , como la llaman algunos usuarios por su condición adictiva, similar a la droga.
La conexión permanente trae aparejado sus problemas: diluye el límite del horario laboral y borra la ya fina línea divisoria entre vida personal y actividades de trabajo.
La comprobación: nueve de cada diez ejecutivos confesaron sufrir una "compulsión", e imposibilidad de dejar de revisar el dispositivo, según un estudio realizado por la Universidad MIT Sloan. Los usuarios consultados admitieron, sin embargo, que los beneficios superan las desventajas y que están "contentos" con su adicción.
"¿Que si a veces pienso que no la puedo soltar? ¡Absolutamente! Se convirtió en un compañero inseparablede en los tiempos muertos", dice Roger Max Schultz, abogado especialista en derecho informático y telecomunicaciones, que usa un modelo Curve hace más de un año.
"Ya no hay viajes en subte mirando el tunel, o viajes en taxi hablando con el tachero del clima o del último River-Boca. No señor, nada de eso. Ahora sólo BlackBerry (y mi iPhone) chequeando mails o leyendo", comenta, aunque reconoce que "varias veces, en alguna reunión, termino respondiendo mails en vez de prestar atención al tema".
"Hay que no darle bola cada tanto, porque sino la necesidad es cada vez mayor y la vida virtual te come la real", aseguró a Perfil.com Paula Carri, periodista, blogger y usuaria de BlackBerry.
"Me doy cuenta de que en la calle o en espacios publicos te miran porque estás conectada, o si miras si la luz indicadora está en verde o roja", dice Carri, refiriéndose al LED, la "lucecita" que se prende y vibra para avisar que hay un mensaje nuevo.
La "lucecita", acompañada de una vibración, es el disparador, la campana pavloviana: una vez encendida, el usuario no puede reprimir las ganas de ver de qué se trata la novedad. "El rezo de la blackberry" es el neologismo para quienes agachan la cabeza con disimulo, como si estuvieran rezando, para revisar el aparato sin que nadie se dé cuenta.
"Es soñado: ahorrás un montón de tiempo y sabés que con la lucecita manejas todo. Es como un Rivotril tecnológico, y ¡tiene teclado completo!", añade Paula.
Pero ¿se puede ser adicto a un aparato? Algunos síntomas son similares a los de otras compulsiones: "El estar permanente conectado suele producir pérdida de concentración, y la falta a veces genera tensión, ansiedad, estrés y puede alterar los horarios de sueño", grafica Laura Orsi, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) .
Orsi cree que "tienen tendencia a la dependencia las personas que tienen un trastorno previo". Por su parte, la psicóloga experta en consumo Ivonne Laugier, sostiene que "hay predisposición y presión social en ciertos grupos, como ejecutivos y profesionales".
"Además del uso funcional, de trabajo, es un producto premium, exclusivo, de alta calidad y precio", afirma a Perfil.com Laugier, por lo que la BlackBerry también funciona como símbolo de status.
Son muchos los famosos que se admiten fanáticos del dispositivo, como Madonna, Britney Spears, Natalie Portman y Penélope Cruz. Incluso el Hotel Sheraton de Chicago ofrece un "plan de desintoxicación de Blackberry" , en el que los huéspedes lo dejan bajo llave durante su estadía.
Algunos intentan liberarse solos, como Rodolfo Pignatelli Aguer, funcionario del gobierno porteño: en su blog sobre tecnología, cuenta que desactivó todos los timbres del aparato tras recibir más de cien mails en un día y descubrir "que ya reaccionaba a cualquier estímulo que fuera similar al de un Blackberry".
"Desde hace días la única indicación de correo nuevo es la luz del borde derecho. No digo que sufra de CrackBerry, pero en muchas ocasiones, como un sábado por la noche, decidí llevarlo sin que tuviera una necesidad real. Ahora no es que me haya desprendido totalmente, pero siento que tengo más libertad en su uso", explica en su blog.
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