domingo, 17 de diciembre de 2006

De robos y carencias

Y consta en actas que:

" (...)[Iterregno burocrático](...) Y sí, vengo a hacer la denuncia. Mire, oficial, me han hech, bueh, Sargento Primero, sepa disculpar, pero...
La primera vez fue por allá... ¿cómo dónde? ¡Allá, oficial! Bueh, perdón, es lo que le estoy tratando de explicar... en el mapa sería por... acá ¿ve? ¿Belgrano? Como sea. Treinta pesos y el reloj, un muchacho en bicicleta, sí. No le pude pagar a mi profesor de Matemática. Después, no me recuerdo qué, pero allá en Lanus Este, una noche, muy lejos ya. La otra, o por ahí fue antes que la anterior, fue en la estación del subterráneo, allá por Palermo. Eran tres, yo estaba con un amigo: a él le sacaron de todo, yo no tenía ni centavos encima. Después, mucho no sé, es lo que quiero que me entienda, una vez por Vicente López, la bicicleta de mi viejo, cómo la quería a esa bicicleta, estaba en llanta y yo la llevaba en las manos para inflarla, qué se va a hacer... También por Villa Urquiza, hace unos meses, pero eso ya está, creo que en algún tiempo lo tuve de nuevo. Hace poco, el telefonito, en Retiro, me agarraron de a tres y no me pude zafar ¿Qué quería que hiciera? No, no le estoy diciendo a usté, ofici, Sargento Primero, si los de la º46 me ayudaron, yo le quiero explicar... [inserte burocracia aquí].
El problema, Sargento Primero, es que me han sacado las palabras. Yo no le puedo decir nada de esto, porque no las tengo más. ¿Que cómo estoy hablando? Pues por la boca, hombre, yo no digo que me hayan cortado la lengua, no, las palabras me sacaron, las importantes. Las que no se usan así nomás como ahora, que uno viene a hacer un trámite. Pero ¡que no me pegue por desacatado, la puta que lo parió, Sargento Primero! Si usté no me entiende, radico la denuncia en otro lado, a ver si le gusta. Yo sé que esto también es importante, pero ¿qué voy a hacer yo sin esas palabras? Una cosa es que a uno le metan el dedo en el tujez, y a eso estoy acostumbrado, ya se lo dije, y mire que todos hemos tenido que aguantarnos eso. Oficial, no, sí, ¡oficial, carajo! Si no me va a ayudar a buscar mis palabras, no, bueno, basta, me voy(...)"

-Y en este acto solemne, se procede a la detención del Reo por desacato, perturbación del orden público, insanía, ebriedá, agravios e intento de lesión a un Sargento Primero de estas fuerzas, mal uso de la burocracia, y siguen las firmas...-

Archívese y dése a difundir.

lunes, 11 de diciembre de 2006

"Los Carlos Albertos"

Buscando el nombre del baterista de Sui Generis (Juan Rodríguez) a partir de 1974 cuando se hizo cuarteto en Pequeñas Anécdotas de las Instituciones, tuve una iluminación, hermano. Me dí cuenta de que Charly García y Nito Mestre compartían el nombre: Carlos Alberto García Moreno y Carlos Alberto Mestre, respectivamente. Tuve entonces el siguiente intercambio con Lula:
Yo: Me di cuenta de que tanto Nito Mestre como Charly se llaman Carlos Alberto. O sea, Carlos Alberto Mestre y Carlos Alberto García Moreno.
Lula: Ajá.
Yo: Qué poca onda habría tenido Sui Generis si se hubieran llamado "Los Carlos Albertos".
Aunque el concierto despedida habria sido un hitazo: "Adios Carlos Albertos", Tu viejo se llenaba de plata.
Lula: Naaah, me gusta sui.
Yo: ¡Pero, boluda!
"¡¡¡Adios Carlos Albertos!!!"
Qué lástima que no se puede volver el tiempo atrás. Sí, existe el revisionismo histórico, pero de qué sirve a esta altura. Lo único que queda es...


Nota: Cabe destacar que el padre de la señorita es el director de la película que documenta los dos últimos conciertos de la banda antes mencionada. Y seguro que le gusta la idea. También quiero saludar a Rino, Rinaldo Rafanelli, que es el bajista, el que está arriba al medio. Si voy a mencionarlos a todos, no lo puedo dejar afuera, no.

Deje hoy lo que no hará mañana

Para quienes tienen mucho para hacer y siempre lo dejan para después hay termino médico. Se llama Procrastinación y Wikipedia lo define como:
la demora o elusión de una acción o tarea considerada desagradable. Puede estar causada por ansiedad, baja autoestima, vagancia, derrotismo, perfeccionismo e incluso altos niveles de conciencia. También se han encontrado razones fisiológicas, como el Síndrome de Déficit de Atención.
Si bien es normal para cualquier individuo el procrastinar hasta cierto nivel, se convierte en un problema cuando impide el funcionamiento normal de la persona. La procrastinación puede causar estrés, culpa, pérdida de la productividad, crisis de creación, etcétera.
En fin, lean ustedes las versiones en inglés y en español de los artículos.

La verdad es que explica muchos comportamientos y muchas cosas. Es algo de lo que he sufrido en toda mi vida de estudiante, o en la mayor parte por lo menos.

Lo terrible es leer la cantidad de cosas a la que está asociada la procrastinación y darse cuenta de que uno puede estar peor de lo que cree.

Tengo final de Historia del Arte mañana y me rehuso a tocar la carpeta. No sólo estoy ansioso sino que a duras penas puedo escribir. Por Cámpora, que alguien me saque del martirio.

martes, 5 de diciembre de 2006

El Señor X llevaba una vida que no era la suya. El destino le había preparado algo, pero alguién lo cagó desde arriba, satelitalmente, le escupió el asado y le movió todo. Sus padres eran los suyos, es cierto, nadie lo había cambiado al nacer. Él era él, pero quien era no coincidía con la persona que, estaba escrito, tenía que ser. X Vivía en un lugar donde no debía, ni de donde era. Se había críado en un lugar ajeno y había estudiado algo equivocado, para llegar a una carrera equivocada. Era amado por las mujeres que no le correspondían. Su espíritu era el de otro, y se sentía desubicado en todo lugar. Ni siquiera el club de fútbol por el que hinchaba le pertenecía: se le rompía un poco el corazón cada vez que entraba con la hinchada que alguién le dio por error.
Como los caminos cósmicos se cruzan con fatalidad, un día el Señor X caminaba por cualquier calle del universo cuando se topó con el Señor Y. Entonces lo vio y se vio: se dio cuenta de que el Señor Y era él, era la persona que el destino había querido que fuera. Era inconfundible, a pesar de no haberse visto nunca. El Señor Y, por supuesto, también llevaba una vida ajena y secretamente tendría que haber sido X todo ese tiempo. Como correspondía, para hacerle honor al destino, intercambiaron vidas. El balance que alguien, no se sabe quién, había alterado, volvía a ser.
Al principio, el Señor X (o Y) estuvo muy feliz de encontrarse con su verdadera vida, la que el destino le había asignado. Pero muy pronto comenzó a sentirse ajeno en su propia vida, la que le correspondía. Su vivienda no le causaba comfort sino nostalgia. Su carrera era igual de estresante que la otra, pero a duras penas podía hacer su trabajo. El Señor Y, o X, pasaba su período de oficina tratando de recordar los buenos momentos del liceo, y fallaba. Las mujeres de los señores los recibieron con inicial pasión intempestiva, pero se fueron enfriando a medida que sus hombres enrarecían. Los huesos y la piel de ambos estaban demasiado duyos, ya, y no podían volver a amoldarse. Se terminaban sintiendo igual de incómodos en todos lados: el Señor XY no pudo soportar que
su club de fútbol, el que le correspondía, descendiera dos categorías en dos años, mientras que YX no encontraba algarabía en los festejos por el campeonato mundial de lo que se suponía era la pasión deportiva de su vida.
Los señores se dieron cuenta de que habían cometido un error y corrieron el uno hacia el otro para volver a la normalidad. No sabían si el destino los había jodido o si habían metido la pata ellos, pero querían volver a ser quienes no eran para estar en paz. Sucedió que los hombres no siempre corren igual, en especial cuando corren hacia ciertos lugares bajo el sol. Ninguno pudo ni supo correr como el otro, y el esfuerzo los minimizó. Cuando se encontraron en algún punto del universo, estaban demasiado cansados de correr a otro ritmo, y exhalaron al mismo tiempo.
Fue un mismo funeral para ambos, porque las mismas personas los lloraron bajo la lluvia. Trajeado de negro y mojándose sin inmutarse, miraba de lejos el Señor Z. El destino, o los diablos que meten la cola, decían que él debía ser X, o Y, o ambos. Pero el Señor Z sabía que era mejor no hacerle caso a esas cosas y siguió su camino.

viernes, 1 de diciembre de 2006

El momento más sublime de la historia del cine es cuando Elle Woods (la gran Reese Witherspoon) gana el juicio al descubrir que la asesina del millonario fue su hija, porque dijo que se duchó inmediatamente después de hacerse una permanente. En Legalmente Rubia.

Es el epítome, la cúspide de las Grandes películas de mierda, que son las mejores películas, por supuesto.