domingo, 5 de agosto de 2007

Revelaciones II - Neoptólemo

Calcas, el adivino bronceado, predijo que la Guerra de Troya duraría diez años. Pasados nueve de ellos, enumeró los tres requisitos necesarios para la victoria: El primero consistía en recuperar el arco y las flechas de Hércules, en posesión de Filóctetes, quien había sido abandonado en la isla de Lemnos comenzar la guerra, por tener una mordedura de serpiente cuyo olor nadie soportaba.

La segunda condición era la presencia de un hijo de Zeús en el campo de batalla. Muerto Aquiles, los griegos acudieron a su descendencia: Neoptólemo.

Neoptólemo vivía en la isla de Esciros, una de las Espóradas, cercana a Eubea, en la costa Este de Grecia. Educado en el arte de la guerra y bajo la inspiración de las hazañas bélicas de su padre, tenía sólo doce años cuando el mismo Odiseo fue a buscarlo para que batallara.

Dado que su padre había muerto en los mismos campos a los que lo invitaban a fatigar, Neoptólemo decidió visitar a un oráculo, según cuentan ciertos libros apócrifos. Cruzó la isla de Esciros hasta el puerto de Linaria y allí se embarcó hacia la remota y abandonada isla de Erinia.

Al llegar al oráculo que regían las Erinias, aborrecidas por dioses y mortales, el hijo de Aquiles se enteró que todas las pitonisas se encontraban de viaje en una isla vecina y que no volverían hasta pasadas las celebraciones que dedicaban a las furias.

Abatido y sin una idea clara sobre qué hacer, retornaba hacia el puerto, cuando un ebrio se desmoronó enfrente suyo en la calle y comenzó a gritar incoherencias. Neoptólemo no le prestó mayor atención que arrojarle algunas monedas, y tras dar algunos pasos, sintió que lo llamaban. "Hijo", enunció, coherente, el borracho, "No habrá revelaciones."

El joven guerrero se embarcó hacia Linaria y de allí a Esciros. Se dirigió con Odiseo a la isla de Lemnos y recuperaron a Filóctetes con el arco y las flechas de Hércules. Al ver que la guerra seguía su curso normal, acudieron de nuevo a Calcas, que les recomendó buscar el tercer prodigio en las cercanías del Monte Ida. Allí fue donde encontraron a Heleno, que les reveló la clave para la victoria.

Neoptólemo combatió con los aqueos y fue uno de los que emergió del caballo de troya. Mató al rey Príamo y tomó a Heleno y a Andrómaca por esclavos. Huyó a Ftia con su abuelo y jamás retornó a Esciros.

Revelaciones I - Heleno y Casandra

Heleno y Casandra eran los hijos mellizos de Príamo, rey de Troya, y Hécuba. De pequeños, Apolo les concedió el don adivinatorio a ambos. Lo ejercieron desde muy temprana edad, ya que cuando nació su hermano Paris, tenían visiones de la ciudad en llamas cada vez que lo veían. Príamo consultó el oráculo del templo de Apolo, quien les dio la razón, y desterró a Paris al Monte Ida.

Al crecer, Casandra se convirtió en una hermosa joven y faltó a su promesa de casarse con el dios sol. Apolo, enfurecido, escupió en su boca, maldiciéndola de forma que sus predicciones seguirían siendo ciertas, pero nadie en toda la ciudad le creería. Heleno, por su parte, continuó su tarea y se convirtió en uno de los mejores augures de su tiempo.

Sin embargo, Heleno no pudo prevenir su propio destino. En medio de la Guerra de Troya, y muerto Paris, se disputaba la mano de la raptada Helena con su otro hermano, Deífobo. Nunca quedó claro si Heleno quería casarse con Helena o devolverla a los griegos. Lo cierto es que Deífobo venció y, acusando a Heleno de deslealtad, lo desterró.

Casandra, desesperada, pedía a gritos a Heleno que no se fuera, pues de hacerlo, caería la ruina definitiva sobre Troya. La maldición de Apolo hizo que el príncipe la desoyera y, tras vagar alrededor de la ciudad, fue capturado por el ejército griego en el Monte Ida. Los augurios revelados durante la tortura derivaron en la construcción del caballo de Troya y el fin de la guerra.