Publicado por Facundo Falduto en Sicrono.
Decíamos acá que la actual crisis financiera global significa el posible derrumbe del paradigma neoliberal y el potencial resurgimiento del Estado Interventor como principal sostén del capitalismo.
Pero una cosa es que el Estado salga a respaldar y salvar al Mercado y otra muy distinta es que intente reemplazarlo. Por eso para muchos son aceptables los salvatajes de los sistemas financieros de Europa y Estados Unidos y aberrante la estatización de las jubilaciones en Argentina.
Si se concreta la privatización de las AFJP, el Estado no sólo se quedará con unos 30 mil millones de dólares, sino también con una importante porción de varias empresas estratégicas. Y esto al Mercado mucho no le gusta.
Por eso, ni bien se anunció la medida, circuló un video de un discurso del ex presidente Juan Domingo Perón de 1973, en el que supuestamente criticaba la jubilación estatal.
Lo cierto es que en ese discurso Perón hablaba del manejo de los fondos jubilatorios que ejerció el gobierno de la Revolución Libertadora, pero poco importó a la hora de desacreditar la medida.
Que el gran poder económico y los medios de comunicación deban acudir a un presidente Estatista para defender un sistema de capitalización privado indica que el neoliberalismo se ha quedado sin argumentos y vaciado de contenidos. Es como que el ratón hable bien del tigre para salvarse del gato.
Al gobierno se le criticó, al igual que con el aumento a las retenciones que originó el conflicto con el campo, que tomó una medida sin consultar, sin consenso. Así como antes fue un error, ahora fue una ventaja.
Si el gobierno se sentaba a discutir "democráticamente" con las AFJP para "consensuar" una estatización de los aportes, hoy todos los fondos descansarían en una bóveda de las Islas Caimán. Por eso fue acertadísimo que el juez Bonadío ordenara congelar los fondos. Primero imponemos la agenda y preservamos la plata, después vemos qué hacemos.
En esta tensión Estado versus Mercado, este último da sus manotazos de ahogado para preservarse. El poder económico quiere dar un Golpe de Mercado para revertir la medida.
La primera piña fue la caída estrepitosa del Merval: 27% la semana pasada, aunque ahora repuntó. En el contexto de la crisis actual, cualquier caída es poca, y toda es atribuíble a múltiples causas, por lo cual este efecto no tuvo grandes repercusiones.
Luego vino la arremetida del dólar: todos salieron a comprar divisas y la moneda aumentó unos 30 centavos. Mientras tanto, desde los bancos se fogoneaban los más variados rumores: que se venía el corralito, que volvían las cuasimonedas (lecop, patacón), que habría una devaluación.
Los ahorristas argentinos están entrenados para esta clase de corridas, pero sólo conocen una reacción posible: sacar toda la plata de los bancos y comprar dólares. Casi se da una profecía autocumplida: los rumores de devaluación generaron compras masivas que habrían generado devaluación efectiva, mientras que hoy, ante la crisis, el dólar no es garantía de nada.
El Gobierno reaccionó: ofreció mil millones de dólares, vendió 250, y la divisa bajó cuatro centavos. Demostró así las reservas acumuladas y les puso el pecho a las corridas, como diciendo "por ese lado no van a poder". Habrá que ver cómo evolucionan estos movimientos mientras dure el debate de la ley.
Por último, esta arremetida del Poder Económico no tiene una base de movilización como fueron los pequeños y medianos productores rurales durante el conflicto con el campo. Pero, se sabe, siempre hay un roto para un descocido. Hablamos de ciertos sectores medios-altos urbanos que defienden el sistema privado y son esencialmente opositores.
Se manifestaron por un lado en Plaza de Mayo, a favor de las AFJP y por el otro en las marchas contra la inseguridad del conurbano. Inseguridad que existe, por supuesto, pero cuyo reclamo está fogoneado por los medios.
Lo cierto es que, descartado cualquier hecho extraordinario, estos presuntos reclamos no lograrían un apoyo popular masivo, ya que la jubilación estatal cuenta con gran aprobación entre el público, a pesar de los medios, contra la imágen de las AFJP.
Por eso, esta pelea no se disputará tanto en la calle, sino en el Sagrado Recinto del Congreso. El Poder Económico la quiere ganar, como sea. No serían de extrañar que circulen más valijas que con la ley Banelco. Atentos, que el Parlamento puede convertirse en una sucursal de Samsonite.
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