martes, 22 de junio de 2010

Sobre el avatar maradoniano



En el preciso instante en el que Maradona fue crucificado -incluso antes, tal vez un poco después-, comenzamos a esperar la segunda parte. La llegada del Mesías, para los judíos; la segunda venida, para los cristianos. Comenzamos a ver sus señales, sus estigmas, alguna anunciación, en todos lados. Miles de veces creímos estar ante su sucesor, cuando en realidad se trataba sólo de sus apóstoles: Borghi, Riquelme, Saviola, Aimar, D'Alessandro y tantos otros, no encarnaban la esencia divina del 10, sólo venían a predicar su palabra con su buen libro bajo el brazo. Soñábamos con que un milagro divino nos trajera un hijo de su propia sangre, con su genoma y su ADN, porque sólo él podría replicar su mito. Deseábamos, acaso sin saberlo, que hubiese un laboratorio donde estuvieran intentando clonarlo, como ese tanque de Evangelion donde se guardaban a todas las Rei. Cuando ya estabamos por rendirnos, cuando sólo quedaba esperar una poco probable inmaculada concepción de Dalma o de Gianina, apareció él. Él, que venía de un molde parecido -petiso, zurdo, endiablado- pero cuyo pesebre no tenía nada que ver con el original. Porque no hay mucho parecido entre el Fiorito Negro de Maradona con el Rosario que vio nacer a Messi. Pero acaso sean el mismo. No es la misma su historia, su épica, su pasado. Tal vez el Messías no llegue a deidad. Pero qué importa eso cuando se lo ve a Messi flotar -no correr- por el verde cesped como lo hizo él hace veinte años. Lo dije en 2007, cuando Messi hizo carne el rito del gol maradoniano, que hasta entonces nadie había podido reproducir. Lo digo ahora que acaba de empezar el primer tiempo contra Grecia y Messi la va a romper, aunque creo que no tendría que haber jugado desde el arranque, para cuidarlo. Messi es el verdadero y único sucesor de Maradona. Es su hijo, su encarnación, el Avatar Maradoniano. Él es el Messías, que nos conducirá a la salvación.

No hay comentarios.: