lunes, 23 de noviembre de 2009

Un reclamo oriental

ruedas



Publicado en Artepolítica

Son las 9 de la mañana de un sábado sobre un charco de una estación de servicio de Cabildo y General Paz. No estamos acá para hablar de política: esperamos un auto que nos lleve a Mercedes, en el interior bonaerense, sede de la base de operaciones de la Asociación de Amigos del Ferrocarril General Belgrano. ¿Y esos quiénes son? Se trata de un grupo de personas que desde 2002 se dedican a mantener y recuperar las vías de un ramal abandonado por el cual no circula ningún ferrocarril desde hace más de 15 años, gracias al axioma menemista de "ramal que para, ramal que cierra".

A las 9.10 nos levanta un auto; a bordo van Juan Pablo y Jorge, dos Amigos del Belgrano. Tomamos General Paz hacia el Acceso Oeste. Es un día despejadísimo, peronista. En una camioneta nos siguen el Flaco Lerke, fotógrafo, y su hijo. Al fin y al cabo no vamos a hablar de política, sino a hacer una nota.

En el camino, Juan Pablo y Jorge nos cuentan la historia del grupo. Todo comenzó un día lluvioso que había dejado a la localidad de Espora sin salida a las rutas y a las maestras sin forma de llegar a las escuelas. Víctor, un vecino de Espora, se puso a limpiar las vías del ramal G del ferrocarril Belgrano para tener un camino alternativo, viajando por las vías a bordo de las zorras.

Tres años después, casi por accidente, Víctor conoció a Andrés y a Alejandro: viajaban hacia Mercedes en otro tren que se quedó por un problema técnico. Cuando vieron el trabajo que había hecho Víctor, se propusieron darle una mano. Mientras recuperaban las vías abandonadas, se encontraron con otros grupos que venían haciendo lo mismo en localidades vecinas. Las distintas patrullas se juntaron en una en 2006 y así nacieron los Amigos del Belgrano.

Desde entonces, el grupo se dedica a sacar la basura y la maleza, reponer rieles, arreglar puentes, refaccionar estaciones. Tienen un permiso que gestionaron con el Estado, pero nadie les aporta fondos: financian todo de sus propios bolsillos. Los socios que viven cerca del ramal patrullan las vías al menos dos veces por semana. Los que habitan en Capital Federal y el Conurbano, viajan sábados y domingo para dar una mano.

Jorge está casado, tiene cinco hijos, y trabaja de lunes a viernes en una empresa metalúrgica. Pero todos los sábados se va hasta Mercedes a darle al pico y a la pala. "Para mí no es un trabajo, es un placer, vuelvo a casa y estoy descansado, relajado, es como un recreo para mí", cuenta.

Aterrizamos en la estación recuperada de Mercedes. Nos esperan Andrés, Alejandro y Víctor, el trío fundador. Nos muestran los galpones de la estación: estaban tomados por gente sin techo, a los que la Asociación ayudó a reubicarse. De esos galpones salen las zorras que usan los amigos del Belgrano para recorrer las vías recuperadas.

Unas 12 personas nos subimos a tres zorras y partimos. Cada tanto los Amigos del Belgrano paran para correr la basura de las vías o sacar la tierra de un paso a nivel con pico y pala. Cruzamos un puente de la Ruta Nacional 5. Esa autovía iba a pasar por encima de las vías del tren, dejando el ramal inutilizable hasta que los socios presentaron un recurso de amparo. La concesionaria de la autopista tuvo la obra parada dos años, pero al final lograron que se construya un puente,

Llegamos a la estación de Tomás Jofre, un pueblo ínfimo dedicado a la gastronomía, sólo accesible por un camino rural desde la Ruta 5. Y por las vías, claro. Paramos a comer asado en una parrilla. Víctor nos cuenta un poco más de la historia del grupo. Después todos cuentan su objetivo, que es dejar las vías en condiciones para que vuelva a pasar el ferrocarril. Putean a Moyano y a su alianza con el Gobierno, que le da prioridad a los camiones en lugar de a los trenes. Yo replico que eso puede ser cierto, pero elogio el rol de Moyano en la defensa del salario de los trabajadores en blanco.

Cambiamos de tema, porque no estamos ahí para hablar de política. Les pregunto cómo reciben los vecinos la posibilidad de que vuelva el ferrocarril. Lo cierto, responden, es que hay reacciones cruzadas: algunos se alegran, otros temen que con la vuelta del tren los pueblos se les llenen "de gente humilde". En efecto, cuando volvemos hacia Mercedes, un hombre que vive en una estación intermedia (el Estado alquilaba las estaciones a particulares a través del ONABE) les pone un tronco en medio de las vías. Los Amigos del Belgrano lo sacan, discuten unos minutos con el vecino, y seguimos la vuelta.

Llegamos a la estación de Mercedes y emprendemos el regreso a casa con el fotógrafo y su hijo. En el camino, por la Ruta Provincial 41, paramos en un puente que están arreglando los Amigos del Belgrano. Un camión chocó contra ese puente en 1999, cuando ya no pasaba ningún tren, y lo dejó inutilizable. Ellos lograron que el ferrocarril cobre el seguro por el accidente y ahora se dedican a repararlo para que vuelva a ser transitable.

Seguimos camino y me pongo a pensar en la forma tan particular que tienen estos tipos de reclamar al Estado. Ellos no hacen un piquete, no cortan una ruta, no marchan, no joden. Van y arreglan las vías, desmalezan, refaccionan las estaciones. Es como si le dijeran al Estado: "nosotros hacemos todo, vos nada más traenos el tren que es lo único que no podemos hacer". Y pienso en los paros de Asia, donde los trabajadores en lugar de dejar de producir, producen el doble para que el excedente de stock haga bajar los precios y le arruine la ganancia a la empresa. Los Amigos del Belgrano, como tantos otros, hacen un 'reclamo oriental': no le piden al Estado que haga algo, lo hacen por él hasta que decida asumir las funciones que le corresponden.

Mientras pienso todo esto, llegamos a un campamento ruralista sobre la Ruta 5, que pide, como hace un año y medio, la baja de las retenciones. El fotógrafo para la camioneta y bajamos. Les hago unas preguntas y recibo respuestas de casette, que no sirven para nada. Volvemos a subir a la camioneta, y seguimos nuestro camino. Al fin y al cabo, no vinimos a hablar de política.

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