
La segunda condición era la presencia de un hijo de Zeús en el campo de batalla. Muerto Aquiles, los griegos acudieron a su descendencia: Neoptólemo.
Neoptólemo vivía en la isla de Esciros, una de las Espóradas, cercana a Eubea, en la costa Este de Grecia. Educado en el arte de la guerra y bajo la inspiración de las hazañas bélicas de su padre, tenía sólo doce años cuando el mismo Odiseo fue a buscarlo para que batallara.
Dado que su padre había muerto en los mismos campos a los que lo invitaban a fatigar, Neoptólemo decidió visitar a un oráculo, según cuentan ciertos libros apócrifos. Cruzó la isla de Esciros hasta el puerto de Linaria y allí se embarcó hacia la remota y abandonada isla de Erinia.
Al llegar al oráculo que regían las Erinias, aborrecidas por dioses y mortales, el hijo de Aquiles se enteró que todas las pitonisas se encontraban de viaje en una isla vecina y que no volverían hasta pasadas las celebraciones que dedicaban a las furias.
Abatido y sin una idea clara sobre qué hacer, retornaba hacia el puerto, cuando un ebrio se desmoronó enfrente suyo en la calle y comenzó a gritar incoherencias. Neoptólemo no le prestó mayor atención que arrojarle algunas monedas, y tras dar algunos pasos, sintió que lo llamaban. "Hijo", enunció, coherente, el borracho, "No habrá revelaciones."
El joven guerrero se embarcó hacia Linaria y de allí a Esciros. Se dirigió con Odiseo a la isla de Lemnos y recuperaron a Filóctetes con el arco y las flechas de Hércules. Al ver que la guerra seguía su curso normal, acudieron de nuevo a Calcas, que les recomendó buscar el tercer prodigio en las cercanías del Monte Ida. Allí fue donde encontraron a Heleno, que les reveló la clave para la victoria.
Neoptólemo combatió con los aqueos y fue uno de los que emergió del caballo de troya. Mató al rey Príamo y tomó a Heleno y a Andrómaca por esclavos. Huyó a Ftia con su abuelo y jamás retornó a Esciros.