En concreto, esa gente reclamaba que terminen en una prisión superpoblada, hacinada y sucia todos aquellos criminales petisos y de voz aguda, también conocidos como niños.
Parece que el gobernador de la provincia de Buenos Aires los escuchó a estos buenos señores y propuso engayolar a toda persona nacida antes de 1994 que cometa un ilícito.
El gobernador, que dice ser peronista, parece olvidar la número 12 de mis veinte verdades justicialistas: "En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños."
Obviemos por un momento las supuestas estadísticas del crímen. Descontemos que, después de mis gobiernos, nuestro país sostuvo modelos económicos excluyentes por décadas, que causaron la pobreza de millones de argentino y llevaron a la desesperación criminal a muchos de ellos. Olvidemos que muchos argentinos mueren de hambre todos los días, en forma tan repudiable como este ingeniero.
Tengo que decirlo: coincido con esos señores de zona norte. Al fin y al cabo, yo también fui vecino de Vicente López por un tiempo. Creo que hay que hacer algo urgente con los pibes chorros.
Sólo en la provincia de Buenos Aires hay medio millón de jóvenes que ni estudian, ni trabajan. No son victimarios sino víctimas: los acecha el analfabetismo, la indigencia, la desnutrición, la violencia y la droga.
La solución a este problema -como la de muchos otros- puede encontrarse en mis primeras medidas de gobierno. Propongo enviar a todos los menores de edad a campos de concentración. Sí, a todos los menores, incluyo a aquellos que declaren ser inocentes.
Estos campos de concentración tendrán una distribución radial por distritos: habrá al menos uno por barrio. Todos los jóvenes serán enviados allí por al menos unas cinco horas diarias, para que reciban una "reeducación" sobre los asuntos importantes.
Los pequeños criminales serán instruídos en todo lo necesario para que sean personas productivas a la Comunidad Organizada, a cargo de profesionales especialmente entrenados. Recibirán también una alimentación apropiada.
Después de pasar cinco horas en estos campos de concentración, los monstruos en miniatura serán trasladados a sus hogares, donde permanecerán bajo la estricta vigilancia de sus padres, quienes -hasta que estos pichones de Al Capone cumplan la mayoría de edad- estarán a cargo y se harán responsables de ellos.
Estos campos de concentración se llamarán Escuelas Públicas y serán universales, abiertas, laicas y gratuitas. Mañana mismo voy al correo de San Vicente para acercarle mi idea al gobernador.
De todos estos, sólo dos terminaron siendo chorros. No es mal promedio (foto: La Memoria que Perdimos)
Mientras tanto, les envía un abrazo fraternal y pedagógico
El alumno Juan Domingo
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