jueves, 6 de agosto de 2009
Lecciones
Publicado en Artepolítica
Señoras y señores, hasta aquí llegamos. Ha sido un placer. Ha sido el mejor de los tiempos. Han sido seis años maravillosos, acaso irrepetibles. Porque acaso sea éste el fin del kirchnerismo como lo conocemos. Porque sí, quedan más de dos años de mandato, pero nada será como antes. Y mientras todos, oposición y oficialismo, sigan como los gatos de Tinelli -en bolas y a los gritos-, sin saber para dónde apuntar, ni qué hacer, deberemos asumir el fin de una etapa. Prepararse para volver a la cola y seguir participando, hasta que en la ruleta nos vuelva a tocar.
A los muertos se los cuentan fríos, es cierto. Pero a veces no viene mal una buena autopsia en caliente. En especial para dilucidar las lecciones, ese cúmulo de errores y aciertos, que el kirchnerismo deja en su estelar paso por el firmamento del poder. En esto que hemos dado en llamar Pequeñas Lecciones para Fuerzas Políticas Progresistas con Reales Intenciones de Gobernar Después del Kirchnerismo.
-Es dura la política en Argentina. Lo dice todo el tiempo el Escriba, que pasó no hace mucho de verla desde afuera a sufrirla de adentro. Eso nomás. Vos velo. No es fácil. No es para cualquiera.
-Toda fuerza política con reales intenciones de gobernar en Argentina debe, además de ganar las elecciones, representar a un sector político determinado. Su sujeto, ponele. Con ellos llega y con ellos se hunde en el poder. No se puede defender a los sectores carenciados en el discurso, beneficiar más a las capas medias en la práctica económica, y bendecir los negocios de las finanzas concentradas al mismo tiempo. Al menos no todo el tiempo. En algún momento te la tenés que jugar por uno. Y si estás leyendo esto, sabés por cuál.
-Los procesos políticos tienen sus tiempos. En Argentina, un mandato presidencial dura cuatro años. Pero para la Realpolitik es menos que eso. Son dos años hasta que te vuelven a plebiscitar. Ni siquiera: tenés 18 meses, en el peor de los casos. Que en tiempos políticos es una era geológica. Hay medidas que no pueden esperar. Hay reclamos que llevan 200 años. Los más urgentes, claro, tienen que ver con los sectores sociales más postergados. A veces es tarde para acordarse seis años después.
-La mujer del César no sólo debe ser virtuosa, también debe parecerlo. Si tenés 18 meses para gobernar, la gestión no puede ser invisible, por muy buena que sea. Los buenos ministros, las buenas secretarías, los buenos programas, hay que sacarlos a pasear. Subirlos a la comparsa, que los conozca la calle. Presentarselos a la suegra para que diga "qué rico muchacho". Poné a los pibes, bah. De poco sirve la mejor inversión en infraestructura si no se ve. De nada sirve sacar la tarjeta única de transporte una semana después de las elecciones. Comunicar, comunicar, comunicar.
-En el punto anterior tienen mucho que ver los, ay, medios masivos de comunicación. Todo intento de reformar el sistema que los encuadra debe hacerse lo más cerca de un plebiscito posible, con la mayor cantidad existente de, ay, consenso y apoyo de otras fuerzas políticas. Como, no sé, se me ocurre, después de una elección. No años después, cuando estás enfrentado con los intereses económicos de un multimedio, porque eso te hace perder un poco de credibilidad. Si no lo hacés, tu comunicación va a estar sujeta al juego de ellos, y de ahí en adelante es remar en un flan. Podés pilotearla, pero vas a estar siempre sujeto a sus reglas.
-Varios progresistas llevas dentro de sí ese cromosoma trotskysta que lo lleva a romper, romper y romper una y otra vez con el resto del mundo en busca de la verdad revelada. Pregúntenle sino a Tomás. Señora: el divismo lo deja para los programas de chimentos de la tarde. Usted agarra un rastrojero y sale a levantar a todo aquel que esté peleando por una mejor distribución del ingreso. Primero se suben todos y arrancamos, después se arreglan las diferencias internas y la charla debate sobre la inmortalidad del poroto de soja. Quedan temporalmente suspendidos los análisis de sangre y de orina.
-Hay que aprovechar los contextos internacionales. En especial si a tu región le tocan, durante casi una década, gobiernos de centroizquierda y escasa intervención de la principal potencia mundial. Un ejemplo sería no pelearse con un país limítrofe y de histórica buena relación por una boludez. Digo, se me ocurre.
-Esto también pasará.
El resto de las enseñanzas las ponen ustedes en los comentarios.
Autor de la foto.
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