domingo, 14 de diciembre de 2008

Sobre coronitas, significantes y el gran dios subliminal

Hace unos días, en la redacción de Perfil.com, me encargaron que escriba un texto para el Especial sobre el primer aniversario de la asunción presidencial de Cristina Fernández de Kirchner.

Como encargado del blog Palabra Presidencial, que recopila todos los discursos pronunciados por nuestra primera mandataria, mi tarea era hacer un resumen de las palabras más repetidas. Una tarea facilitada por los programadores, que agregaron al blog una sección donde aparecen los términos más comunes.

Al día siguiente, fecha del aniversario, pude ver el Especial terminado. Cabe destacar que ese día había dormido sólo dos horas, en lugar de las cinco usuales, por participar de la fiesta de fin de año de Perfil. Al ver el Especial, y en particular la introducción del mismo, donde aparece la imágen de la Presidente con una coronita, exclamé un "¡Qué pelotudez!".


Mi cerebro, afectado por la falta de sueño no pudo procesar al instante lo que acababa de ver. Cuando lo hizo, momentos después, cambié mi expresión por "qué nefasto, esa coronita es muy nefasta", término made in Mansilla al que somos muy afectos en la redacción.


Un editor, que además de talentoso usuario de la lengua es especialista en medios digitales, se quedó con mi primera frase, lo que lo llevó a un sesudo análisis sobre el rol de la animación en flash en la línea editorial de un medio, explicando por qué la animación de la coronita no es una "pelotudez".

Lo cierto es que hubo un malentendido, pues "pelotudez" es un término equivocado. No puedo más que coincidir con la mayor parte de su análisis, en el que sostiene que la animación en flash es un paratexto digital, comparable a una fotografía, para complementar la línea editorial, el mensaje, del medio.

No es que crea que sea irrelevante; todo lo contrario, pienso que, en efecto, la animación flash forma parte de un mensaje. El problema es que, precisamente, ese mensaje no me parece una pelotudez, sino que me parece nefasto, algo que pude procesar correctamente una vez que hube descansado un poco más. Para explicar mis razones, vale la pena detenerse en la animación, volver a verla, y analizarla en profundidad.

Vemos una foto de Cristina Fernández de Kirchner, de la cintura para arriba, surgir desde abajo con conjunto de lazos, hojas, y fileteados. La Presidente lleva puesto el vestido con el que asumió su mandato, la banda presidencial, y sostiene en sus manos el bastón de mando. Aparecida Cristina, vemos como le cae una corona animada sobre su cabeza, que emite un resplandor, y luego se ve otro resplandor en el bastón presidencial, Finalmente, un texto dice "CRISTINA un año en el PODER", y otro nos invita a "entrar" a ver el especial. Eso es todo.

Una vez pasada la presentación, puede verse el Inicio, con el texto que escribí sobre las palabras más pronunciadas; una Galería con 73 fotos epigrafiadas (la 61 tiene un error); dos Videos de opiniones sobre su mandato (uno de "la gente" y otro con expertos); una Línea de Tiempo, con las noticias más destacadas del aniversario, divididas por mes; y los Créditos. Un muy buen especial, muy bien producido.

Pero volvamos a la introducción y analicemos los símbolos que la rodean, el paratexto, lo que no está escrito, pero dicen las imágenes. O sea lo subyacente, lo implícito, lo subliminal, y el significante de esos símbolos.

La Presidente aparece desde abajo, desde la tierra (lo real, lo existente), con hojas que parecen las de laurel (símbolo de la victoria). O sea, la Presidente surge desde abajo, del pueblo, que la elige, le da la victoria, y la unge con el honor del cargo presidencial. Para eso le otorga los símbolos del poder en nuestra democracia: el bastón de mando y la banda presidencial. Hasta aquí, el mensaje es claro: Cristina Fernández de Kirchner fue elegida Presidente por el 45% de los votos de los argentinos y su poder es legítimo y democrático porque surge de la voluntad popular.

El problema surge con la coronita. Una vez establecido el mensaje anterior, la caricatura de una corona plateada cae desde arriba y se ubica en la cabeza de Cristina.

Veamoslo de nuevo: la corona cae rápido, cae con violencia, choca, como en un accidente, con la cabeza de la Presidente. Cae de arriba hacia abajo (si lo hiciera al revés estaríamos ante un hecho inédito), desde la izquierda hacia la derecha. Se posa, otra vez, con violencia, sobre la cabeza de la Presidente y queda ahí, inclinada levemente hacia la izquierda.

Si bien la caricatura se parece más a una Corona de Conde, asumiremos que representa una Corona Real, en especial por lo mucho que se ha jugado con lo de "Reina Cristina". De todas formas, la corona es un símbolo del poder monárquico, que es opuesto al poder democrático.

Vemos como, además, en este caso la corona no proviene de abajo, del pueblo, como todo lo demás en la animación, sino que es externa, viene de arriba, de los cielos (lo imaginario, lo inexistente, lo divino). Es un elemento opuesto en todo sentido a lo que viene de abajo, porque abona a la teoría teocéntrica del poder: mientras que en democracia el poder se lo da el pueblo a sus representantes, en una monarquía el poder lo emana de un ser superior (Dios) que se lo da a un representante (el monarca) para que gobierne al pueblo.

La trayectoria de la corona está determinada: va de arriba hacia abajo y levemente de izquierda a derecha. El camino es definitivo y estático. El impacto es violento, un choque, un accidente aleatorio, que sólo está determinado por la circunstancia de que la cabeza de Cristina está ahí. Si en su lugar hubiera otra cabeza, la de cualquier otra persona, el resultado habría sido idéntico.

Cristina, además, está quieta. No se mueve. La corona cae sobre ella. Ella no es un agente activo en la obtención del símbolo del poder monárquico. Cristina no se pone la corona. A Crisitina le cae la Corona. A Cristina le ponen la corona en la cabeza. A Cristina se la ponen. Cristina está ahí, estática, casi tan dibujada como la Corona, y se la ponen. A Cristina la ponen ahí para que su cabeza choque contra la corona.

Aquí el mensaje implícito se torna más claro: a Cristina la pusieron en el poder real. No importa que haya surgido de abajo, del pueblo, que la convirtió en Presidente democrática por el voto y le dió los símbolos del poder en democracia. Ese poder no es el más importante. El más importante es el "poder real", representado en la corona. El poder formal, que ejerce la Presidente, es distinto, ajeno a ese poder real. El poder real, además de ser el verdadero y más importante, es el ilegítimo, pues es monárquico y antidemocrático. O sea que entra en conflicto con el poder democrático surgido del pueblo.

No podemos ver de dónde viene la corona, más que de la nada, o de los cielos, de dónde provienen los seres superiores (Dios). Pero, ya que la animación en flash es un paratexto dentro de un Especial producido por un medio, esto nos abre nuevas herramientas de análisis. Porque el mismo medio se ha encargado de enunciar y sugerir que el Poder no es ejercido por la Presidente democráticamente electa, sino por su marido, el ex presidente Néstor Carlos Kirchner.

Podemos asumir, entonces, que este poder real que baja de los cielos proviene en realidad de Néstor. Si ya dijimos que el campo semántico del cielo incluye a las nociones de deidades, y recordando la teoría teocéntrica, podemos inferir el lugar que esa animación, paratexto de un medio, le otorga al ex Presidente.

En resúmen, la animación de la "coronita" transmite el significante, el mensaje implícito, subliminal, de que, por más que haya sido electa con la mayoría del voto popular, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner es ilegítimo, pues proviene en realidad del "poder real" del ex presidente Néstor Kirchner, que es opuesto al poder democrático del voto. Míren cuántas cosas se pueden decir con unos pocos kylobytes de animación flash y díganme si el editor no tiene razón.

Si bien este mensaje merece un mayor análisis, diremos sólo que esa idea, reiterada en los medios masivos de comunicación a través del latiguillo del "doble comando" es ridícula. Cristina fue elegida democráticamente gracias a la aprobación generalizada de la gestión anterior de su marido. Los votantes, que no son idiotas, eran conscientes de que estaban eligiendo a un candidato oficialista que encarnaba más una serie de continuidades con el proceso anterior, sin casi ninguna ruptura. La idea de que el electorado fue engañado es risible, pues no hay diferencia entre el poder real y el formal, encarnados ambos en este caso en el matrimonio presidencial.

Me veo obligado a coincidir con el editor en todo el enunciado de su análisis, en especial con la parte donde se califica a la animación en flash como complemento editorial. No es ese el problema. El problema es que me parece falso, mentiroso, deplorable y nefasto el mensaje que se pretende transmitir. Pero que la animación en flash sirve para editorializar, eso no lo pongo en duda.

1 comentario:

Horacio Gris dijo...

Muy bueno. La verdad que es una canallada esa animación. Una corona que cae sobre un presidente es algo bastante claro: no hay elección ahí, a los reyes no se los elige, heredan su corona de la misma manera que a Cristina "le cae" la corona "de arriba". Esa misma pasividad es la que remarcan las lacras estas todo el tiempo, como si ella no fuera capaz de hacerse cargo de lo que tiene entre sus manos y como si lo único que le importara fuera el poder, como una groncha que llega más lejos de donde debe y se engolosina con lo que encuentra. La verdad que me enferman, pero mucho, ojalá este gobierno fuera una monarquía, fuera autoritario, todo lo autoritario y "soberbio" -qué verga quiere decir que una forma de gobierno es soberbia, la concha del mono, alguien me lo puede explicar??- así por lo menos estás basuras hablan con alguna razón...merecen un Stalin.

me calenté